Por: Thalia Ehrlich Garduño
La acción de Dios es una sorpresa en el caso de la Virgen María.
v La Bella María no tiene ningún título humano para recibir el anuncio de la venida del Mesías.
v Ella no es el Sumo sacerdote, representante oficial de la religión judía, La Hermosa María no es un hombre, sino una Doncella sin influencia en la sociedad de su época.
v Además, Ella es de Nazaret, pueblo del que no se habla en el Antiguo Testamento y en el tiempo de Jesús y de su Madre María, no tenía buena fama, como lo leemos en el Evangelio donde Natanael dice: “¿De Nazaret puede salir algo bueno? (Jn. 1,46).
El carácter extraordinario y gratuito de la intervención de Dios, resulta más claro si se compara con el texto que escribió Lucas, que se refiere a Zacarías.
Este pasaje hace notar la condición sacerdotal de Zacarías y el ejemplo de vida de él y de Isabel, modelos de justos del Antiguo Testamento. “Vivian de acuerdo a todos los Mandamientos y leyes del Señor” (Lc. 1,6).
En cambio, el Evangelio no menciona el origen de la Doncella de Nazaret.
Con esta acción literaria, Lucas recalca que en Ella todo deriva de una Gracia soberana. Cuanto le ha sido concedido no proviene de un título de mérito, sino únicamente de la libre y gratuita predilección de Dios.
Al actuar así, Lucas evidentemente no desea poner en duda el excelso valor personal de la Virgen.
Más bien, quiere presentar a la Bella María como fruto puro de la bondad de Dios, quien tomó de tal manera posesión de Ella, que la hizo, como dice el Ángel, “Llena de Gracia.”
La abundancia de Gracia funda la riqueza espiritual que atesora la Bella Doncella.
En el Antiguo Testamento, Yahvéh revela la sobreabundancia de su Amor en muchas maneras.
En el principio del Nuevo Testamento, en la Bella María la gratitud de la Misericordia Divina alcanza su grado más alto.
En Ella, la predilección de Dios, que se ha manifestado en el pueblo escogido, en particular a los humildes y a los pobres, llega a su culmen.
La Iglesia, alimentada por la Palabra del Señor y por la experiencia de los santos, exhorta a cada creyente a mirar a Theotokos* para sentirse con ella amados por Dios.
Los invita a imitarla siguiendo su ejemplo y por su intercesión, puedan perseverar en la Gracia de Dios que santifica y cambia los corazones.
*Madre de Dios.
Bendiciones…
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