"...La Misericordia Divina llega a los hombres a través del Corazón de Cristo Crucificado y Resucitado:”Hija mía, di que soy el Amor y la Misericordia en persona", pedirá Jesús a Sor Faustina (Diario, 374). Cristo derrama esta Misericordia sobre la humanidad mediante el envío del Espíritu que, en la Trinidad, es la Persona-Amor. Y ¿acaso no es la Misericordia un "segundo nombre" del Amor ( Dives in Misericordia, 7), entendido en su aspecto más profundo y tierno, en su actitud de aliviar cualquier necesidad, sobre todo en su inmensa capacidad de perdón?
Hoy es verdaderamente grande mi alegría al proponer a toda la Iglesia, como Don de Dios a nuestro tiempo, la vida y el testimonio de sor Faustina Kowalska.
La Divina Providencia unió completamente la vida de esta humilde hija de Polonia a la historia del siglo XX, el siglo que acaba de terminar. En efecto, entre la primera y la segunda guerra mundial, Cristo le confió su Mensaje de Misericordia. Quienes recuerdan, quienes fueron testigos y participaron en los hechos de aquellos años y en los horribles sufrimientos que produjeron a millones de hombres, saben bien cuán necesario era el Mensaje de la Misericordia.
Jesús dijo a sor Faustina:”La humanidad no encontrará Paz hasta que no se dirija con confianza a la Misericordia Divina" (Diario, 132). A través de la obra de la religiosa polaca, este mensaje se ha vinculado para siempre al siglo XX, último del segundo milenio y puente hacia el tercero. No es un mensaje nuevo, pero se puede considerar un Don de iluminación especial, que nos ayuda a revivir más intensamente el Evangelio de la Pascua, para ofrecerlo como un rayo de luz a los hombres y mujeres de nuestro tiempo..."
S.S Juan Pablo II.
Fragmento de Homilía durante la Canonización de la Beata María Faustina Kowalska (nº 2)
Confía en Jesús y en la Bella María
Bendiciones…
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