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A Jesús por la Bella María

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Hermosa María de Tlaltenango Patrona de la ciudad de Cuernavaca, Morelos, México

Hermosa María de Tlaltenango Patrona de la ciudad de Cuernavaca, Morelos, México
Su fiesta es el 8 de septiembre

lunes, diciembre 17, 2007

La Concepción Virginal de Jesús I

Por: Thalia Ehrlich Garduño
Dios ha querido, en su Plan de Salvación, que su Hijo unigénito naciera de una Virgen. Esta decisión Divina implica una profunda relación entre la Virginidad de la Bella María y la Encarnación del Verbo.
“La mirada de la Fe, unida al conjunto de la Revelación, puede descubrir las razones misteriosas por las que Dios, en su Designio Salvífico, quiso que su Hijo naciera de una Virgen. Estas razones se refieren tanto a la persona como a la Misión Redentora de Cristo como a la aceptación por María de esta Misión para con los hombres y las mujeres”.
(Catecismo de la Iglesia Católica, n. 502).
La Concepción Virginal, sin intervención humana, afirma que el único padre de Jesús es el Padre Celestial, y que en la Generación temporal del Hijo se refleja la Generación Eterna: el Padre, que engendró al Hijo en la eternidad, lo engendra también en el tiempo como Hombre.
El relato de la Anunciación pone de relieve el estado de Hijo de Dios, consecuente con la Divina en la Concepción: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será Santo y será llamado Hijo de Dios” (Lc. 1,35).
El que nace de La Bella María ya es, en virtud de la Generación Eterna, Hijo de Dios; su Generación Virginal, obrada por la intervención del Altísimo, manifiesta que, también en su humanidad, es el Hijo de Dios.
La Revelación de la Generación Eterna en la Generación Virginal nos las sugiere las expresiones que se encuentran en el Prólogo del Evangelio de Juan, que relacionan la manifestación de Dios invisible, “Por la obra del Hijo único, que está en el seno del Padre” (Jn.1, 18), con su venida en la carne: “Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos contemplado su Gloria, Gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de Gracia y Verdad”(Jn.1,14).
Lucas y Mateo al narrar la Concepción de Jesús, afirman también el papel del Espíritu Santo. Este no es el padre del Niño: Jesús es Hijo únicamente del Padre Eterno (Lc.1, 32.35) que, por medio del Espíritu, actúa en el mundo y engendra al Verbo en la naturaleza humana.
En efecto, en la Anunciación, el Ángel llama al Espíritu “Poder del Altísimo” (Lc.1, 35) en sintonía con el Antiguo Testamento que lo presenta como la energía Divina que actúa en la existencia humana, capacitándola para realizar acciones maravillosas.
Este Poder, que en la vida Trinitaria de Dios es Amor, se manifiesta en su grado supremo en el Misterio de la Encarnación, tiene la tarea de dar el Verbo Encarnado a la humanidad.
Continuará…
(Catequesis del Papa Juan Pablo II,
31 Julio, 1996)
Bendiciones…

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