Gloriosa Santa Rosa de Lima, tú que supiste
lo que es amar a Jesús
con un corazón tan fino y generoso.
Que despreciaste las vanidades
del mundo para abrazarte a su Cruz desde
tu más tierna infancia.
Que amaste con filial
Devoción a Nuestra Madre del Cielo y profesaste
una gran ternura y dedicación a los más
desvalidos, sirviéndoles como el mismo Jesús.
Enséñanos a imitar tus grandes virtudes para que,
siguiendo tu ejemplo, podamos gozar de
tu gloriosa protección en el Cielo.
Por Nuestro Señor Jesucristo,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Bendiciones…
La Luz, el Amor, la Paz de Jesús y de la Bella María
están en ustedes
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