Como a Abraham, también a María se le pide que diga "sí" a algo que nunca antes había sucedido. Sara es la primera de las mujeres estériles de la Biblia que concibe por el poder de Dios, del mismo modo que Isabel será la última. Gabriel habla de Isabel para tranquilizar a María: "Ahí tienes a tu parienta Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo" (Lc1, 36).
Como Abraham, también María debe caminar en la oscuridad, confiando plenamente en Aquel que la ha llamado. Sin embargo, incluso su pregunta: "¿Cómo será eso?", sugiere que María está dispuesta a decir "sí", a pesar de su temor y de su incertidumbre. María no pregunta si la promesa es posible, sino únicamente cómo se cumplirá.
Por eso, no nos sorprende que finalmente pronuncie su "sí":
"He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc. 1, 38).
Con estas palabras, María se presenta como verdadera hija de Abraham, y se convierte en Madre de Cristo y en Madre de todos los creyentes.
Juan-Pablo II
Homilía del 25 de marzo, 2000 en Nazaret
Bendiciones…
No hay comentarios:
Los comentarios nuevos no están permitidos.