La Virgen desea comprender lo incomprensible e interroga al enviado: "¿Cómo puede nacer un Hijo de mis castas entrañas? Dímelo." El Ángel responde con temor, aclamándola:
¡Salve, Iniciada en el designio inefable!
¡Salve, Testimonio del silencio misterioso!
¡Salve, Preludio de las maravillas del Cristo!
¡Salve, Recapitulación de los Dogmas de la Fe!
¡Salve, Escala por la que Dios bajó de los Cielos!
¡Salve, Puente que conduce a los de la tierra a los Cielos!
¡Salve, Maravilla de los Ángeles!
¡Salve, Herida de los demonios!
¡Salve, Madre inefable de la Luz!
¡Salve, Maestra de discreción!
¡Salve, Ciencia mayor que la de los sabios!
¡Salve, Iluminación del espíritu de los fieles!
¡Salve, Esposa siempre Virgen!
La Energía del Altísimo cubre con su sombra a la Virgen para fecundarla, transformando su seno estéril en un campo fértil para todos los que quieran cosechar la Salvación, salmodiando así: ¡Aleluya!
Himno Acatista a la Madre de Dios, atribuido a
Romanos le Mélode (+ 560)
Bendiciones…
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