En seguida así le habla Ella, le muestra su preciosa voluntad, le dice: Sábelo, que esté así tu corazón, hijo mío, el más pequeño, en verdad soy yo la en todo siempre Doncella, Santa María, su Madrecita de Él, Dios Verdadero, Dador de la vida, Ipalnemohuani, Inventor de la gente, Teyocoyani, Dueño del cerca y del junto, Tloque Nahuaque, Dueño de los cielos, Ilhuicahua, Dueño de la superficie terrestre, Tlalticpaque.
Mucho quiero yo, mucho así lo deseo que aquí me levanten mi casita divina, donde mostraré, haré patente, entregaré a las gentes todo mi Amor; mi mirada compasiva, mi ayuda, mi protección. Porque, en verdad, yo soy vuestra Madrecita compasiva, tuya y de todos los hombres que vivís juntos en esta tierra y también de todas las demás gentes, las que me amen, las que me llamen, me busquen, confíen en mí.
Allí en verdad oiré su llanto, su pesar, así yo enderezaré, remediaré todas sus varias necesidades, sus miserias, sus pesares. Y para que sea realidad lo que pienso, lo que es mi mirada compasiva, ve allá al palacio del obispo de México. Y le dirás cómo te envío para que le muestres cómo mucho deseo que aquí se me haga una casa, se me levante mi Casa Divina en el llano. Bien le contarás todo cuanto viste, lo que te ha admirado, y lo que oíste.
Fragmentos del Nican mopohua, relato en lengua náhuatl,
traducción de Miguel León-Portilla,
título original; Tonantzin Guadalupe. México, F. C. E., México, 2001, 202 pp.
Bendiciones…
La Luz, el Amor, la Paz de Jesús y de la Bella María de Guadalupe
están en ustedes
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