Nada es más particular a María, nada le pertenece tanto que vivir intensamente el Misterio de su Hijo, ese Misterio que Ella conservaba, repasaba, meditaba y saboreaba en su corazón.
Y entre los gestos del Evangelio que componen ese Misterio, aquellos en los que se complace por excelencia su recuerdo contemplativo son los que el Rosario ha integrado, porque son la materia misma de su existencia.
Benoit Thierry D'Argenlieu, La teología del Rosario
en María, Estudios sobre la Virgen María, Tomo V
Bendiciones…
La Luz, el Amor de Jesús y de la Bella María
están en ustedes
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