Acuérdate,
¡oh piadosísima, Virgen María!
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido
a tu Protección,
implorando tu auxilio
haya sido
abandonado de ti
Animado con esta confianza,
a ti también yo acudo,
y me atrevo a implorarte
a pesar del peso de mis pecados.
¡Oh Madre del Verbo!,
no desatiendas mis súplicas,
antes bien
acógelas benignamente.
Amén.
Bendiciones…
La Luz, el Amor, la Paz de Jesús y de la Bella María
están en ustedes
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