Durante la conmovedora historia de la imagen negra de su amada Reina y Madre, hombres y mujeres de todas las condiciones y culturas la proclamaron « Soberana ». Por eso mi venerable predecesor Pío X, sensible a la solicitud de los fieles hijos de la Virgen de Aparecida, corona a Nuestra Señora como Reina de Brasil.
Que María sea la Patrona de una nación no es algo que tiene lugar sin la participación de sus protegidos, esto supone su libre consentimiento, renovado diariamente, que ellos solicitan y al que se hacen dignos, a través de un compromiso de vida, inspirado en la certeza de una fe sólida y profunda.
El hecho que María bajo el nombre de Aparecida sea su Patrona, lleva a sus habitantes al compromiso de tomarse unos y otros de la mano, para conseguir que el país se convierta en lo que María desea, que sea después de adoptarlo como suyo, una tierra donde reine la hospitalidad, la cordialidad, la capacidad de dialogar, de "reunirse", en vez de "enfrentarse".
Juan-Pablo II: Carta a Mons. Raymundo Damasceno Assis
Centenario coronación de la estatua de Nuestra Señora de Aparecida
Bendiciones…
La Luz, el Amor, la Paz de Jesús y de la Bella María
están en ustedes
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