¡Ah, yo no quería tomar la Cruz!
aunque desde hace mucho el dolor pesaba en mí.
Primero, cuando la acoges distraídamente...
ella pesa en tu imaginación,
ella pesa, zumba, como hipócrita insecto,
una herrumbre que ataca al acero.
¿Cómo emerger de la deriva interior,
sobrepasar ese gusto anticipado de sufrir?
Existe la vida simple y grande,
que no puede detenerse en mí.
Resplandece la realidad, ella sólo es sufrimiento.
¿Cómo equilibrar una y otra
en un gesto adulto, resuelto?
No siempre retornar sobre mis pasos;
sino avanzar, llevar hora tras hora
el peso de esta estructura tan delicada,tan delicada
y tan presta a romperse,
sin embargo más agobiante que dolorosa en sí.
Es preciso quizá adherirse más e Él que a mí mismo,
iintentar estar más con Él...
rechazar de inmediato el horror por las cosas
para que baste el acto cotidiano.
Karol Wojtyla
Bendiciones...
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