Acuérdate, Oh Piadosísima Virgen María!,
que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorado tu asistencia
y reclamado tu auxilio, haya sido abandonado por ti.
Animado por esta confianza; a ti también acudo.
¡Oh Virgen, Madre de las Vírgenes!
Y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a presentarme ante tu presencia soberana.
No desprecies, ¡Oh Madre de Dios!, mis súplicas,
antes bien escúchalas y concédeme, según tu voluntad, lo que te pido.
Amén.
San Bernardo de Claraval
(+ 20 de enero de 1153)
Fuente: www.mariadenazaret.com
Hoy celebramos a la Bella María de Altagracia,
Patrona de Rep. Dominicana
Bendiciones...
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