Te encomendamos a todos los hombres,
a los niños que aún no han visto la luz
y a los que han nacido en medio
de la pobreza y el sufrimiento;
a los jóvenes en busca de sentido,
a las personas que no tienen trabajo
y a las que padecen hambre o enfermedad.
Te encomendamos a las familias rotas,
a los ancianos que carecen de asistencia
y a cuantos están solos y sin esperanza.
Oh Madre, que conoces los sufrimientos
y las esperanzas de la Iglesia y del mundo,
ayuda a tus hijos en las pruebas cotidianas
que la vida reserva a cada uno
y haz que, por el esfuerzo de todos,
las tinieblas no prevalezcan sobre la luz.
Extracto de la Oración de
S.S. Juan Pablo II, en
el Año Santo 2000
Fuente: www.mariadenazaret.com
Bendiciones...
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