Acompasa el latir de mi corazón
aquietando mi mente.
Apacigua mis apresurados pasos con la visión del
alcance eterno del tiempo.
Ablanda la tensión de mis nervios y músculos con
la música relajante de las melodías que perduran en
mi memoria.
Ayúdame a experimentar el mágico
poder restaurador del sueño.
Enséñame el arte de tomarme pequeñas vacaciones:
detenerme para mirar una flor, charlar con una amistad,
acariciar un perro,
leer unas pocas líneas de un buen libro...
Hazme ir más despacio, Señor, e inspírame cómo echar
raíces profundas en la tierra de los valores perennes de la vida,
para que pueda crecer hasta la cima de
mi grandioso destino.
San Francisco
Bendiciones...
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