Oh Rosario Bendito de María, dulce cadena
que nos vuelves a unir con Dios,
vínculo de Amor que nos unes a los Ángeles.
Torre de Salvación en los asaltos del infierno.
Puerto seguro en el naufragio común,
nosotros no te dejaremos jamás.
Tú serás consuelo en la hora de la agonía, a ti el último beso de la vida que se apaga.
Y el último acento de nuestros labios será tu nombre suave,
oh Reina del Rosario de Pompeya, oh Madre Nuestra querida, oh Refugio de los pecadores, oh Soberana consoladora de los afligidos.
Seas Bendita en todas partes, hoy y siempre, en la tierra y en el Cielo.
Amén.
Siervo de Dios SS. Juan Pablo II
Bendiciones...
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