Estos pobres ojos míos, cuando los creabas,
cogiendo de la profundidad con la mano abierta,
en la Eterna mirada pensabas, arrebatado por las aguas enormes,
y decías: Me voy a humillar, hermano mío, me voy a humillar,
no dejaré nunca tus ojos solitarios: primero me ocultaré en la Cruz;
luego con el Pan, en el trigo maduro.
Por eso pienso: te has humillado tanto para no dejarme solo en el universo,
para alejar mis hombros de la cruz y mis ojos de la angustia.
Karol Wojtyta
Bendiciones...
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