La que en la Anunciación se definió como « Esclava del Señor » (Lc. 1,38) fue durante toda su vida terrena fiel a lo que este nombre expresa, confirmando así que era una verdadera « Discípula » de Cristo, el cual subrayaba intensamente el carácter de servicio de su propia Misión: el Hijo del hombre « no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos » (Mt 20, 28).
Por esto María ha sido la primera entre aquellos que, « sirviendo a Cristo también en los demás, conducen en humildad y paciencia a sus hermanos al Rey, cuyo servicio equivale a reinar ». Y ha conseguido plenamente aquel « estado de libertad real », propio de los discípulos de Cristo: ¡servir quiere decir reinar!
S.S. Juan Pablo II,
Encíclica Redemptoris Mater, 25 marzo 1987, n°41
Bendiciones…